Un nuevo protocolo busca minimizar los suicidios en las cárceles vascas
Nueve presos se quitaron la vida desde 2017. Justicia ultima una batería de medidas para «identificar y acompañar» a las víctimas potenciales
DAVID GONZÁLEZ VITORIA. El Gobierno vasco ha
ideado un nuevo protocolo «de prevención del suicidio en el ámbito penitenciario». Con alrededor de 1.500 personas encarceladas y repartidas por las cárceles de Zaballa (Álava), Basauri (Bizkaia) y Martutene (Gipuzkoa), este documento pretende, no sólo reducir al mínimo posible este mal, sino reflotar a aquellos internos con el pensamiento de quitarse la vida a corto o medio plazo.
La tasa de suicidio entre la población reclusa es «seis veces» superior a la de las personas en libertad. Según los datos facilitados por el Departamento de Justicia, nueve personas acabaron con sus vidas en alguna de las tres prisiones vascas desde 2017. Cuatro de esos casos se localizaron en esta provincia. La pérdida de libertad, la vergüenza del delito,
el abuso crónico de sustancias, la enfermedad mental y hasta el vértigo a recuperar la libertad aparecen en el radar como claros factores de riesgo.
Este programa de prevención pone el acento en las víctimas potenciales. Por ejemplo, «aunque la gran mayoría de los suicidios en los centros penitenciarios son perpetrados por hombres, las mujeres en prisión también tienen un alto riesgo. Las internas a la espera de juicio lo intentan con mucha más frecuencia que las no reclusas y los varones en prisión», detalla el estudio, que será presentado en breve. Según sus conclusiones, los colectivos con mayor riesgo son «jóvenes sin soporte o vínculo familiar, mujeres y (personas) transgénero».
El magistrado Jaime Tapia ejerce de asesor del departamento desde hace varios meses. También encarna a uno de los ideólogos de este proyecto de nuevo cuño. «Se busca lo mismo que en la calle; una visión positiva. Ayudar a las personas que tienen estas ideas para que mejoren su calidad de vida», tercia el antiguo presidente de la sección segunda de la Audiencia Provincial de Álava.
Jaime Tapia, asesor de Justicia, con el coordinador de Salud Mental en Zaballa, Edorta Elizagarate. IGOR AIZPURU
En coordinación con Osakidetza -en la cárcel de Zaballa existe un centro médico que en nada desmerece a un ambulatorio de barrio-, se pretende una respuesta integral. Habrá por tanto una catalogación de la población reclusa. En función de una puntuación quedará fuera de duda o les declararán en «riesgo alto» de intentar acabar con su existencia.
El papel del preso de confianza
Para estos últimos, aparte de la retirada de objetos peligrosos a su alcance y de un seguimiento continuo, habrá un acompañamiento vital. Además de por los profesionales penitenciarios y sanitarios de cada centro penitenciario, por los llamados presos de confianza. «Alivian, animan, escuchan... Lo que pasa en la sociedad cuando tienes una persona
LA SITUACIÓN
Suicidios en cárceles vascas. 9 desde 2017, según los datos del Departamento de Justicia. Zaballa acumula cuatro casos.
Tasa de suicidio en reclusos. «Seis veces superior» al de la población en libertad.
Factores de riesgo. Enfermedad mental, abuso crónico de sustancias, enfermedad mental o una próxima excarcelación.
Nivel de suicidio. Este plan califica a los reos. Para aquellos «con riesgo alto» se les retirará objetos de riesgo o se les recolocarça en celdas de observación las 24 horas.
cercana», alaba Tapia, quien ve esta iniciativa como «una vía de esperanza».
Y como antaño ocurriera con la violencia de género, el Gobierno vasco habla de «problema social y no familiar». En este sentido, las cárceles vascas -y el resto de españolas- van varios cuerpos por delante de muchos homólogos europeos. «En otros países se empieza a visualizar ahora una sensibilidad con la que ya contamos desde mucho tiempo atrás». «Siempre desde la prudencia para tomar decisiones oportunas para ayudar», especifica el magistrado, y ahora asesor, Tapia. En definitiva, este programa nace con vocación de «detectar personas con tendencia, pero al final ofrece una vía para ayudarles a no tener esos pensamientos y, si se puede, ser un poco más feliz».