LA CRISIS DEL CORONAVIRUS
Los Veintisiete respaldan un plan de reconstrucción tras la crisis sanitaria
La Comisión desarrollará un proyecto de presupuesto con un ambicioso paquete de ayudas
B. DE MIGUEL / C. E. CUÉ, Bruselas / Madrid Luz verde para el programa de reconstrucción que debe servir para luchar contra la crisis desatada por el coronavirus. Pero poca claridad, por ahora, sobre los detalles definiti
vos de ese plan. La cumbre europea celebrada ayer respaldó la creación de un fondo de recuperación ligado al presupuesto plurianual de la UE. Pero las discrepancias entre los socios sobre el monto del fondo y su reparto fueron
evidentes durante la cumbre. Aun así, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se mostró tras la videoconferencia "optimista" porque percibe "un sentido de urgencia" y "gran voluntad política para trabajar juntos".
La Comisión de Ursula von der Leyen se comprometió a presentar el proyecto del fondo en las próximas semanas. Fuentes comunitarias indican que la primera propuesta podría estar lista antes del 6 de mayo. El principio de acuerdo supone el pistoletazo de salida para un programa que, según los cálculos de Bruselas, debería movilizar en torno a 1,5 billones de euros. "Europa no tiene futuro si no puede encontrar una respuesta a este shock excepcio
nal", resumió el francés Emmanuel Macron.
Michel logró el acuerdo de los Veintisiete para un fondo de recuperación tras cuatro horas de videoconferencia, una cita en la que el ambiente fue mucho menos bronco que el 27 de marzo. Ese día, la mayoría de los socios eran reacios a una intervención masiva y Sánchez y el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, se plantaron para exigir una respuesta común más ambiciosa.
En la videoconferencia de ayer, la cuarta desde el comienzo de la pandemia, el tono fue mucho más constructivo, según fuentes diplomáticas. Y pese a las diferencias, hubo un principio de acuerdo. "Hoy, todos hemos acordado trabajar en un fondo de recuperación específico, necesario y urgente, dedicado a los efectos de la crisis de la covid-19", señaló Michel.
Aun así, los rifirrafes fueron evidentes. El primer ministro
neerlandés, Mark Rutte, suavizó el tono y cambió el término "condicionalidad" por el de "convergencia por arriba". Pero su objetivo era el mismo: la necesidad de que cualquier ayuda se supedite a reformas y mejora de la competitividad en el Sur de Europa.
Pero el brazo duro de los frugales fue esta vez el primer ministro de Suecia, el socialista Stefan Löfven, totalmente contrario a la concesión de subsidios, según las fuentes consultadas. Su posición
sorprendió a la delegación española, dada la proximidad política entre Sánchez y Löfven.
Michel, sin embargo, evitó que el debate descarrilase como estuvo a punto de ocurrir en marzo. El presidente del Consejo aprovechó tres armas para mantenerlo encauzado. Primero, la videoconferencia del pasado lunes en la que participaron Sánchez, Conte, Rutte, Macron y Merkel, y que sirvió para allanar el terreno. La ausencia de conclusiones al final de la cumbre también le permitió soslayar largos debates sobre cada línea del texto. Y por último, impuso un método para pedir la palabra, mediante solicitud expresa a través del teléfono, que complicó las réplicas cruzadas.
Michel cumplió así sus principales metas. La cita, de entrada, permitió aprobar las medidas pactadas por los ministros de Economía del euro, un plan que prevé líneas de crédito para el gasto sanitario a través del fondo de rescate (Mede); 100.000 millones de euros en préstamos para financiación de las regulaciones de empleo, y un programa de avales gestionados por el Banco Europeo de
Lagarde cree que el PIB puede caer hasta el 15%
A Christine Lagarde le tocó volver a tratar de agitar la conciencia de los líderes de la UE. Otra cumbre más. La presidenta del BCE urgió ayer en la reunión por videoconferencia de jefes de Estado y de Gobierno a actuar con contundencia ante las dimensiones de la recesión. Según fuentes comunitarias, Lagarde afirmó que su institución prevé que la economía de la zona euro caiga un 9%, aunque el desplome podría llegar al 15%. Ante esa posibilidad, Lagarde pidió a los Veintisiete un plan "rápido, firme y flexible".
La banquera central llega
de nuevo a la cumbre tras haber actuado para evitar males mayores. El miércoles, el BCE había anunciado que aceptaría los bonos basura como garantía en las operaciones de liquidez a la banca ante la subida de las primas de riesgo de España e Italia. Esos dos países -y también Francia, Portugal o Greciapelean por lanzar un plan de estímulos sin entrar en otra crisis de deuda soberana.
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Inversiones de 200.000 millones. Y en segundo lugar, la cumbre encargó a la Comisión el diseño del fondo de reconstrucción. El primer paso será evaluar las necesidades financieras tras verificar el daño sufrido por los diferentes sectores. Solo en turismo, Bruselas calcula que se podrían necesitar más de 300.000 millones de euros para recuperar la actividad previa a la parálisis.
Batalla por los detalles
El montante total del futuro fondo aún está por decidir. España, Francia o Italia han defendido que se debería llegar a los 1,5 billones de euros, cifra que coincide con las estimaciones de la Comisión. Fuentes diplomáticas aseguran que el debate ayer no se centró en cifras concretas. Pero, de manera significativa, la canciller alemana, Angela Merkel, reconoció que la intervención deberá ser "enorme" y mencionó como punto de partida la cantidad
Vista en pantalla de la videoconferencia de ayer del Consejo Europeo. / IAN LANGSDON (AFP)
del billón. Los socios del Norte, con los Países Bajos al frente, reclamaron en cambio contención e insistieron sobre todo en que la inyección de capital se canalice con préstamos reembolsables sin ninguna ayuda a fondo perdido. La batalla por los detalles se anuncia complicada y podría tardar semanas o meses en cerrarse, en particular sobre el reparto entre préstamos y subvenciones. Von der Leyen aseguró que se buscará "un equilibrio correcto entre préstamos y subsidios", lo que apunta a una decisión salomónica para contentar a ambos bandos. Fuentes comunitarias apuntan que al menos el 40% del fondo serían subvenciones a fondo perdido.
En todo caso, el gran avance de la cuarta cumbre de la covid-19 es que la UE acepta que ya no puede afrontar el impacto económico de la mortífera pandemia como una mera crisis para la que sirven las recetas habituales. Tras semanas de titubeos y un intento de atajar el problema con parches de emergencia como la aceleración de los fondos estructurales, la Unión se embarca en una operación de rescate europeo como no se había acometido en toda la historia del club.
Hace apenas dos semanas, los líderes del Consejo parecían vivir en mundos paralelos. Rutte, y sus aliados (Austria, Dinamarca, Suecia o Finlandia) se negaban incluso a contemplar una línea de crédito sin condiciones a través del Mede para el gasto sanitario. En el otro extremo de la mesa, España y, sobre todo, Italia, apostaban por unos eurobonos que ni siquiera se han llegado a discutir. La virulencia de la pandemia (que ya se ha cobrado más de 100.000 vidas en Europa) y el brutal descalabro económico ha obligado a los líderes a moderar sus posiciones y a buscar un terreno de entendimiento.
La cumbre de ayer marca el inicio de una nueva fase en que la intervención, de mucho mayor alcance, se articulará mediante una ampliación del nuevo Marco Financiero Plurianual y un programa de recuperación basado, según los borradores del plan, en la emisión de 323.000 millones de euros en deuda respaldada por el presupuesto comunitario. Se trataría del mayor endeudamiento conjunto del club en toda su historia. Bruselas confía en que la combinación de esos recursos con otros instrumentos financieros de nuevo cuño permitirá movilizar entre 1,4 billones y 1,6 billones de euros entre capital público y privado.